¿Qué es la vergüenza?

¿Por qué a veces la vergüenza y los actos humillantes tienen un efecto tan intenso, y otras veces no? ¿Por qué a veces somos tan vulnerables ante la humillación y la vergüenza, y otras veces no? ¿Qué van a pensar de mí si explico esto delante de esta gente?, ¿Qué dirán de mí si me comporto de esta manera?, Espero que no me llamen la atención delante de todo el mundo, que mal quedaré… Si me pongo a bailar aquí en medio de todos, se reirán de mí.

Este y muchas otros pensamientos pasan por nuestra cabeza cuando el miedo a la vergüenza nos manda su alarma.

Si bien es cierto que que nuestras emociones desarrollan una parte sana y pueden servir para protegernos de ciertos peligros, muchas veces se manifiestan de una manera insana y que nos hace sufrir. Profundicemos:

Resulta que como seres humanos que somos, formamos parte y vivimos en un entorno en el cual experimentamos y desarrollamos nuestra vida (llamémosle técnicamente campo). Y resulta también, que como seres humanos que somos tenemos una naturaleza humana, la cual nos ha diseñado queramos o no para que entendamos y tengamos una comprensión del campo que nos rodea. Como método para economizar, tanto energía como pensamiento, resulta también que tenemos un mecanismo que intenta preveer, es decir evaluar y manejar, calcular, predecir, automatizar e interpretar este campo con cual constantemente estamos interactuando.

«Dicho de otro modo, hemos nacido para percibir e interpretar nuestros propios mundos subjetivos, y al hacerlo evaluamos y predecimos continuamente qué apoyo o soporte estará disponible en el campo, lo cual nos dice incluso qué gestos, acciones y proposiciones son idóneos para tener éxito y satisfacción, y también cómo dirigir esos impulsos y gestos de acuerdo a lo que proyectamos y esperamos que ocurra.»

Conciencia

Todo esto forma parte de nuestra sorprendente capacidad innata de toma de conciencia, percatarnos o darnos cuentaLo que nos diferencia de los animales es que nacemos con la capacidad de crear estrategias dentro y fuera de un campo siempre cambiante, y de seguir adaptando y modificando nuestras conductas a lo largo de toda la vida.

La vergüenza es algo común para muchos, aunque se vive en silencio es una emoción que hay que atravesar necesariamente en el camino para el crecimiento. Hay diferentes grados o niveles de vergüenza y lo cierto es que no hay una linia clara entre lo que es sano o patológico, porque la vergüenza como cualquier emoción nos transmite una información sana para nuestra relación con la vida, y en sus formas más extremas no hace más que paralizar nuestro proceso de crecimiento.

«Si tuvieras vergüenza no serías tan vago»

La vergüenza nos habla de la moral y de grupos de pertenencia. Es un sentimiento que puede equipararse a la dignidad. Un sentimiento que nos hace sentir demasiado así o asá, o carentes de esto o de aquello, que de alguna manera no cumplimos con las exigencias del campo, considerando nuestros recursos disponibles. Lo que llamamos vergüenza son vivencias de este tipo, la sensación de inadecuación en algún área esencial e ineludible para nosotros. Y el resultado es un tono emocional triste, aislado, pequeño, indefenso, desesperanzado y en algún grado desesperado.

Como señala Robert Lee (1995), la vergüenza siempre está asociada con el deseoEs decir, cada vez que una necesidad o anhelo importante del mundo interior no encuentra ni logra una solución, resonancia o correspondencia satisfactoria en el mundo exterior, sentimos vergüenza o humillación. Necesitamos que lo que integramos en nuestro yo del campo externo e interno sea viable y funcional. Cuando esto no puede ocurrir, cuando un determinado “estado interno”, necesidad o rasgo mío no puede encontrar resonancia y resolución de esta manera—, entonces, de un modo muy real, mi yo vivenciado se empequeñece y mi potencial para nuevas exploraciones y expresiones se limita.

La vergüenza es el afecto de la inferioridad. No hay otro afecto que sea más central en el desarrollo de la identidad. Ninguno está más cercano al yo que experimentamos, ni tampoco hay otro que sea tan perturbador. La vergüenza es experimentada como un tormento interior. Es la más dolorosa experiencia del yo por el yo, sea en la humillación de la cobardía o en el sentido de haber fracasado en superar con éxito un desafío. La vergüenza es una herida ocasionada desde adentro, que nos divide tanto de nosotros mismos como de los demás.

Gershen Kaufman

La vergüenza será sentida no en la medida de nuestro “fracaso”, sino en proporción a cuánto nos importa la relación en cuestión, a qué van a ver de mí que para mí es inaceptable porque afectará al vínculo resultante.

Podemos también incluir dentro de la vergüenza los estados de timidez, el retraimiento e incluso el sonrojarnos, o cuando alguien nos ensalza en algo bueno y lo hace delante de la familia o amigos. Ésta viene a experimentarse como un calor intenso, algo que corporalmente sube hacia la zona de la cara junto al acaloramiento y que finalmente se expresa en forma de sonrojamiento.

Esta vergüenza por cosas que hacemos bien es porque hemos sido expuestos a la mirada de un otro sin nuestro consentimiento, se nos expone sin que nosotros lo hayamos autorizado. Generalmente suelen ser vivencias y experiencias infantiles que de adultos seguimos arrastrando. Es un indicador de que algo en el vínculo no funciona.

No seas tonto, no seas así

Y todo esto se agrava mas todavía cuando nos avergüenzan por la vergüenza que sentimos, dos veces avergonzados, y obviamente esta es mucho mas devastadora. Ser avergonzado por lo que siento. El paso del sonrojarse a enfadarse pasa por el sentimiento de humillación.

Es una vergüenza que aniquila, esta hecha de soledad, aislamiento, silencio, impotencia, deshonor, inadecuación, insuficiencia, humillación, indignidad…

La cosa que suma y mucho es que cuanto más me calle esta cosa que siento, cuanto mas evite mostrar(me), más vergüenza voy a sentir. Porque me callo y luego me auto torturo sobre mi mismo y mi comportamiento. Y la consecuencia devasta y asola cualquier intento de sentir libertad de ser. La persona se instala en el silencio y empieza a pensar que hay cosas que no se pueden decir, no se pueden nombrar. No queremos ser vistos, no queremos que el otro sepa.

 

Entonces, la vergüenza emerge como nuestro barrido afectivo esencial para detectar y medir el apoyo disponible del campo.

Algo podemos hacer con la vergüenza profunda

Compartirla, pero en un tipo de ambientación especial, con apoyos y bajo condiciones especiales. Se trata específicamente de que esas condiciones de apoyo incluyan un proceso de acoger la vergüenza con vergüenza (en oposición a humillar), antes que con reafirmación u otros tipos de arreglo. Recuerden que si la vergüenza y la humillación están en el campo, estarán en todo el campo. Es decir, no podemos hablar ni escuchar sobre ellas sin vivenciar en cierta medida nuestra propia vergüenza.

El paso siguiente, que puede parecer contrario al sentido común bajo las premisas de la tradición individualista que nos enseñó a ocultarnos cuando sentíamos vergüenza, es más que un paliativo y una misteriosa reparación: es la inversión de las condiciones de campo que ocasionaron o de hecho fueron las sensaciones de vergüenza y humillación, porque cuando contactamos la vergüenza con nuestra propia vergüenza y nos unimos a la experiencia del otro, en ese momento ofrecemos el tipo de campo conectable del que carecíamos en la situación vital problemática y cuya falta produjo o de hecho fue la experiencia de la vergüenza misma.

Si retornamos continuamente a esa misma dolorosa sensación de vergüenza no es porque seamos “neuróticos” o “masoquistas” o hayamos caído presa de una “compulsión a la repetición”, sino más bien porque no podemos dejar de hacer ese gesto de intentar una y otra vez resolver todo el campo de la experiencia de una manera más satisfactoria y adecuada a nuestra vida. El ofrecer un campo interpersonal diferente, donde mis mundos interno y externo puedan acoger e integrar la experiencia actual de la vivencia humillante del pasado, interrumpe ese viejo ciclo, satisface las demandas del proceso del sí mismo en otro nivel, y por lo tanto, me libera para seguir desarrollándome en la vida. En otras palabras, la clave para algo nuevo en los viejos ciclos y sentimientos de vergüenza y humillación siempre es: estar menos solos con ellos, compartirlos de una manera que vaya más allá del relatar y escuchar.

 

Bibliografía

Volver a casa, john bradshaw
Verguenza y soledad, Gordon Wheeler

 “La vergüenza es un tema que todos conocemos en forma íntima y personal. Las más de las veces es una visita sorpresiva y nada de agradable a nuestro sentir interior. Es parte de nuestra vida diaria, y aunque tiene también un sentido personal y social positivo, las más de las veces es una gran limitante, siendo para muchas personas una inhibición constante que coarta su autorrealización en forma severa” (Gershen Kaufman, Psicología de la Vergüenza: Teoría y Tratamiento de sus Síndromes , Barcelona, Editorial Herder, 1994) (N. del T.).

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